viernes, 7 de noviembre de 2025

EN LA MESA

 

</head>

En la niñez, la vida en el campo me enseñó a disfrutar de sus variedades naturales.  Tuve que ser un alumno muy práctico, ya que la vida nos enseña un principio muy elemental en cuanto a la selección de discípulos u hombres que tengan un espíritu que gestiona el diario vivir para la familia como en mi caso. Sin descalificar la obra de mis padres. 

Al vivir en el caño del azufre, en Besote al sur del Cesar, debía comprender en ese tiempo de mi niñez, con mis hermanos la parte de gestionar el alimento, porque mi padre y mi madre, se iban a otros quehaceres, y este servidor, quedaba con mis hermanos, en casa. 

Una de las cosas que ya he dicho es que ese caño del azufre, para aquel entonces era muy rico en variedad de peces.  Sin embargo, aunque era abundante, el alimento había que irlo a recoger a estas aguas ricas en biodiversidad.

Allí fuimos aprendiendo, porque el ser humano, aprende de sus experiencias, y a su vez se aprende de los demás. La lección objetiva en ese tiempo fue aprender que si queríamos pescado para el almuerzo había qué pensar en el anzuelo, y saberlo utilizar. 

De esta manera siendo un niño empecé a darme cuenta que la necesidad en algunos casos es porque se piensa demasiado y no se actúa, y esto causa un impacto negativo en el cerebro. Y se puede vivir siempre pensando, pero no actuando.  Es cierto, hay que pensar, pero después que pensamos, actuamos. 

Esto es lo que aprendí en la escuela de mi padre, siendo un niño que ayudaba a resolver los problemas cotidianos, sabiendo que en algunos casos, se debe entender otra cosa y es la mecánica del día. Que consiste en algo repetitivo. Algo como hacer el almuerzo, incluyendo ir a pescar con mis hermanos, y tener el almuerzo a la hora que se debe almorzar al medio día, y también para nuestros padres. 

Hay un problema que se presenta en la psicología.  Cuando las personas se dedican a pensar y no a resolver.  Esto los aísla de la realidad.  Se quedan en esa ciudad amurallada del pensamiento, cautiva en su propia realidad, desconociendo lo exterior, que es para lo que hemos llegado a este mundo. 

En estos casos, las personas que tienen este problema, necesitan es un consejo y que igualmente se ponga en práctica.  Se recoge la visión de la acción y ya no pueden ver el mundo que los rodea.  Se van encegueciendo en sus propios razonamientos, que no les permiten enteder la necesidad ajena. 

Cuando se gestiona el diario vivir con responsabilidad, el mundo en vez de cerrarse, lo que hace es abrir sus páginas para compartir experiencias vividas que pueden ilustrar a la humanidad, que se ha enceguecido con la cultura del egoísmo. 

Hay familias que necesitan en su tiempo, que se les guíe a la despensa natural, para poder recoger eso que hace sonreír a mi propio hermano, a mi hermana y sentir la satisfacción de servir el almuerzo y que mi padre sonría para todos.

Y que sin egoísmo podamos nosotros sus hijos, sentir que él es quien ha hecho todo esto, por nosotros, que somos su más valioso tesoro.  Estas son algunas de las vivencias que puedo hoy contarlas como si estuviera en la mesa, con mi familia. 

Ya que la ley de la vida, nos enseña a que siempre vamos a estar, recordando las vivencias, y en este caso la niñez, sirve para gestionar la vivencia práctica, en la que he vivido desde que tengo memoria. 

Los invito a visitar este video que se titula: Pesando en el río Magdalena, de una duración de: 0: 30, cuyo enlace es: https://www.youtube.com/shorts/XhzSABAou4c

"Los niños gestionan el diario vivir, y en la mesa comparten con la familia"

LA MUJER DE MI COMPADRE - C C J G