lunes, 29 de febrero de 2016

UNA PAZ CON OBSTÁCULOS

Hoy es un día fresco, se escucha el canto de las aves que cantan, en todo el jardín que rodea a nuestro hogar.  Arriba de la casa hay un árbol de guarumo y sobre él se posan varias especies de aves, pero en esta mañana, se posó sobre él, un guaco, el cual es un ave ave de rapiña.

Estaba muy tranquilo, cuando de pronto llegó a su mundo de quietud, una mirla a perturbarle su meditación y distraerlo de sus sus pensamientos. 

Yo me quedé pensando en cómo la vida se encuentra llena de tantos obstáculos, que pueden perturbar nuestra paz, y alteran el ritmo natural de la vida.

De seguro que el guaco no esperaba ser perturbado en esta mañana serena y fresca.  Pero yo me pregunté: si esto sucede en el mundo de las aves ¿qué tal en el nuestro, donde tenemos más comunicación con el género humano y compartimos más ideas?

Al ser humano y al ave, no le falta una pena, así como lo expresó el cantante vallenato Diomedes Díaz, en una de sus canciones.  

La mañana siguió calentando y estas dos aves, terminaron en una  discusión, hasta el punto de tener que abandonar el árbol.

Muchas veces a nosotros los hombres, la discusión, nos obliga a dejar incluso a nuestra propia familia, a dejar nuestro trabajo, a dejar las amistades, y en fin a dejar todo lo que más amamos.  Tal parece, que realmente al hombre no le falta una pena.

La falta de inteligencia es la que nos lleva a desprendernos, del árbol de la sabiduría, cuyos frutos son para que las naciones heridas por la discusión y el pleito, coman y beban de su savia, que los relajará y les hará sentir renovado el espíritu.

Se necesita sabiduría para poder enfrentar los problemas cotidianos y más los inesperados.  La Filosofía trabaja hasta hoy para interpretar el suceso de las ciencias, y llevarlo al guarumo humano universal, para que comprenda que la paz tienen sus momentos de discordia, pero aquel que persevere en ella, no dejará el guarumo de la sabiduría, ni perderá la cabeza, como las aves que lo abandonaron en el mundo occidental.

"Tropiezo siempre tendréis, más, ay de aquel por el que viniere"

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