Un día soleado en el occidente, una mantis, salió de su casa, y se posó en una de las matas del jardín. Mi esposa me llamó para que le diera la bienvenida a esta criatura del mundo de los insectos. Yo salí sorprendido con su llamado, porque me dijo: ven y ves.
Yo observé con atención y la mantis me miró. Observé que sus alas eran de color verde, y que se mimetizaba con el verde del jardín. Su tamaño era grande en comparación a las otras mantis que había visto.
Yo le pregunté a la mantis: ¿te aburres en la soledad en que vives? Ella me respondió: no, sabes que vivo en la soledad, porque así me lo enseñó mi madre, y aunque no aparento ser divertida, soy mucho más recreativa de lo que ustedes se imaginan, en mi propio mundo de la mantis.
La soledad para mí, es muy importante, y en ella mi trabajo principal, es la observación, y al mismo tiempo estar alerta por el peligro que existe en el jardín.
Han transcurrido catorce horas y yo permanezco en el mismo puesto, y he pasado un día soleado en tu jardín; y espero que se hayan divertido con mi presencia, así como yo con ustedes. Luego me voy, al terminar el día y me llevaré de vuestro hogar, el recuerdo y la experiencia de un día de paz.
Gracias amiga, contaremos al mundo y a la ciencia, lo bien que la pasamos en nuestro hogar, con tu presencia, y la tranquilidad y la paz que tú transmites; no solamente al mundo natural, sino que nos impartes a nosotros los que entendemos tu idioma.
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