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El tiempo cuenta que Antón García
era un jinete respetable.
Que su caballo,
le entendía, sus caminos.
Cuando él se presentaba
para montarle y dirigirle,
hacia el mundo de los desechos
y caminos, que hoy son historia.
Al sentir el caballo al jinete,
ya de antemano sus reacciones,
sentía en sus músculos.
En la mañana fresca y plateada
el camino en la planicie,
por la orilla del río,
se hacía más encantador.
Los dos en la soledad de la música
de la naturaleza, compartían sus bellezas,
sin dejar la amistad y la vivencia.
Su pelaje negro le permitía
mimetizarse entre la tierra del mismo color,
que en algunas partes, se asemejaba a
un espanto con cabeza.
Negro el caballo y negro el jinete,
y el polvo de la tierra por donde
la música de sus herraduras,
hacían sonar, se asemejaba
a las tamboras de su cultura.
Viva la música, viva la danza,
pero el caballo también bailaba
en estos ritmos, cuando
Antón, se embriagaba.
El caballo aunque no hablaba,
sentía y vivía con Antón García de Bonilla,
sus fiestas, cuando él se embriagaba,
exhibían los dos las danzas clásicas
de la región.
Don Antón era para el caballo,
lo que es el instrumento musical,
para el poeta, que alegra
el corazón del pueblo,
con sus encantos.
Se dejaba ver que don Antón
entendía muy bien, la naturaleza,
y en sus noches de luna llena,
hablaban los dos.
Estos dos actores en el cine
de la cultura viviente,
nos dejan estupefactos
al entender, su vivencia.
Los invito a visitar este video que se titula: ANTÓN GARCÍA DE BONILLA, de una duración de: 1: 59, cuyo enlace es: https://www.youtube.com/watch?v=OGLP213osuU
"La poesía es el lenguaje del simple, del sabio y la naturaleza, porque música se halla en su vivencia"
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