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Estaba por allí en la edad de los doce años, y ya este servidor trabajaba para colaborar con el hogar, o sea mi familia: Trigos Jiménez. Les voy a contar una historia sobre un escorpión que estando en la vereda del silencio, más exactamente en Turbaco, donde vivía Pedro Jiménez con su esposa y trabajadores, quienes eran sus hermanos.
Allí solíamos limpiar café, porque era una finca que tenía bastantes cafetales, del café antiguo. Llevábamos una vida muy tranquila que ofrecía Pedro Jiménez, quien era el patrón y quien disponía las labores del día, para nosotros, que éramos sus obreros.
Trabajé un tiempo y de pronto un día me propuso que si yo quería trabajar a medias con él, yo le dije que cuál sería su oferta. Y él me dijo: yo tengo un pedazo de tierra ahí, y tengo unas alverjas, si querés taparlas a medias.
Me parece positiva la oferta de este amigo, y le dije que si. Resulta que el pedazo de tierra tenía árboles de hacia años que estaban descomponiéndose, y cuando fue el momento, él me permitió un obrero y me puse a tapar alverjas, cuya cantidad era una arroba.
Y el obrero me ayudó un día, y al otro día no pudo llegar a la finca para acompañarme en esta labor, que era pequeña en aquel entonces, pero que hoy para mi tiene un gran significado y un gran valor familiar, de parte de estos Jiménez, en la finca el Turbaco.
Yo seguí haciendo mi labor con constancia, de pronto el día que ya iba a terminar, me dio por colocar descuidadamente, el tobillo de mi pie a faz de una concha de un árbol de esos que estaban en descomposición, y allí estaba un escorpión, tal vez, había vivido en ese árbol la mayoría de su tiempo.
Y el ruido que este servidor hacía, le llamó la atención y salió a observar y cuando este servidor sin percatarse, le pasa el pie, él me logra picar en el talón. Pero este servidor ya prácticamente había terminado el trabajo.
Yo sentí el aguijonazo como se dice coloquialmente, y observé que allí estaba el escorpión, y el mito consistía para que no le doliera mucho, era coger el escorpión cortarle la cola y refregarlo allí en la picadura, y entonces así no se sentía tanto dolor.
Procedí a realizar este proceso y me di cuenta que en realidad no estaba sintiendo ningún dolor. Como ya había terminado regresé a la casa, que se encontraba en la parte de abajo, y como los hermanos de Pedro son músicos, antes de llegar escuché guitarras y canto.
Y era que habían llegado unas sobrinas de esta familia que eran de confianza, llegué al patio de la casa que era grande, y los mismos músicos me dijeron que bailara con las muchachas. Y como se dice que lo que es la fiesta y la alegría, le quita a uno toda dolencia, a la verdad es que a mí se me olvidó la picadura del escorpión.
Empezamos a danzar en el corredor con el veneno del escorpión en la sangre, pero era más el poder de la alegría y la sonrisa de las muchachas que me sirvieron como parte de la medicina para poder seguir en ese atardecer, en una danza que los escorpiones mismos, desean participar aunque ellos entendieron que hubo una baja en ellos.
Así que la naturaleza nos enseña primero a dejar de creer para llevarnos a la cultura del sentir y del vivir las experiencias como ésta que les narro, y que es del mundo real. Sin embargo, no recomiendo que a un niño, un adolescente o a un adulto, por ejemplo, pase por alto la picadura de un escorpión, porque es bastante amenazante para la salud, de quienes ellos, lo inyectan.
Es mejor proceder a la salud para que la ciencia médica observe el caso. En mi tiempo no teníamos un conocimiento que nos garantizara un caso como el que este servidor, vivió. Sin embargo, le atribuyo todo esto a la resistencia o a los anticuerpos.
Y como estaba acostumbrado a vivir en medio de este mundo tropical, donde aún estoy ubicado, pues no la tomé a pecho en primer lugar y en segundo lugar, era un niño aún, pero con capacidades de resistir no solamente el veneno del escorpión, sino también, bailar y danzar en parte como tratamiento, y el ritmo de las guitarras y las muchachas a la verdad, me hicieron olvidar la experiencia por un momento.
Esta experiencia no la conoce esta familia donde yo estuve, es algo que hasta hoy la escribo, y la comparto con el mundo, y también le agradezco a Pedro Jiménez y a Hilda Pacheco, su esposa, por darme la oportunidad no solamente de estar en su casa, sino también de darme trabajo, porque el trabajo dignifica y valora tanto al joven como al adulto.
Los invito a visitar este video que se titula: EL ESCORPIÓN MOISÉS ANGULO, de una duración de: 3: 56, cuyo enlace es: https://www.youtube.com/watch?v=B-qRz4CRcfQ
"El escorpión lo han usado para castigar la espalda del necio, más para el inteligente, es ejercicio y danza"
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