lunes, 25 de enero de 2016

ESPÍRITU DE BORREGO

El hombre habla de armaduras y de preparación para una vida de paz.  La intelectualidad es una de las mayores armaduras, pero si el intelecto no está argumentado o anclado al conocimiento global, la persona se encuentra en el limbo del engaño.

Cuando las Escrituras dicen que tengamos la armadura de Dios, se refiere a un conocimiento simple, pero sabio.  Hay una pelea de intelectos, hoy en día, por saber ¿quién doblega a quién?  Esto demuestra que la persona no está anclada al conocimiento de la naturaleza, al conocimiento de las facetas positivas que tiene el hombre, y que dejan ver un gran escenario que es donde la armadura de la cultura, se extiende.

No podemos creer que el conocimiento nos sirva para reñir con nuestro semejante, eso está lejos de la Sociología, cuyo epicentro es la unidad y el conocimiento del género humano.

Nada hay que temer, si nuestro intelecto está anclado a las ciencias de la tierra que suavizan y tonifican la razón.  A esto se le llama en hebreo, tener toda la armadura de Dios y vivir una vida muy diplomática en todo el sentido de la palabra, es decir compartiendo el conocimiento con todos y buscando la prosperidad para quienes nos rodean.

No se trata de vivir como los borregos, en una contienda animal.  La tendencia de la mente humana, es la rivalidad por naturaleza, pero debemos alimentar la razón hasta que expulse lo negativo contra el ser humano.

Esa parte negativa es la que se debe desprender del núcleo del pensamiento y debe irse al vacío del olvido.  Así una mente que se desprende de todos los yerros del egoísmo, puede percibir el ambiente de paz en la atmósfera que respira.

Los borregos en sí, no son un ejemplo de paz, porque su naturaleza está creada así, pero el hombre está diseñado para mejorar las asperezas que producen los desacuerdos con el prójimo.  Puede cambiar lo negativo por lo positivo.

El científico San Pablo nos lo dice de la siguiente manera: "Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad" (Filipenses 4: 8)

Este Filósofo había vivido en el mundo de la soberbia y sus estudios por avanzados que fueron, no compaginaron o comulgaron con la sociedad.  El Filósofo San Pablo, se da cuenta que la guerra y que el espíritu de borrego debía salir de él, para llegar a ser un pensador, no solamente de la Filosofía de Dios, sino de las ciencias naturales. Necesitó percatarse de que había que hacer la paz con el hombre, la naturaleza y con Dios.



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