Ayer Enero 10/16, estuvimos en Otaré con mis primos, los Mora Sarabia, fue un paseo muy bonito, fuimos a la casa de Torcoroma, comimos guayabas y tomamos fotos. Luego llegamos al Parque de Otaré, y Urielso nos invitó a tomar chicha.
La chicha estaba un poquito fuerte, más sin embargo, así la tomamos, con pan. La chicha en Otaré ha sido una tradición familiar, donde nuestros antepasados nos dejaron esta exquisita bebida, y las nuevas generaciones, la han adoptado como algo tradicional.
Al poco rato que estos familiares y amigos que nos acompañaban, se dedicaron a tomarse la chicha, empezaron a alucinar. Yenny, la novia de mi primo Yesid, decía: escucho el grito y el vocerío de la gente que se hundió en Cúcuta, los veo muy desesperados.
Y así gritaba y corría por toda la plaza, exclamando: ¡Cómo se está acabando el mundo! ¡Cómo es posible que a mi familia se la esté tragando la tierra, y yo no pueda hacer nada! ¡Oh ciudad, que por tu inmoralidad, la tierra te ha sepultado!
De pronto me quedé observando a Margarita y a Torcoroma, ya también desvariando, y se fueron para donde César Páez a saludar a la comadre de Torcoroma, según les entendí.
La muchacha seguía en su tónica y de pronto como todavía estaba levantada la vara de premios, Yenny, intentó montarse en ella. Jhonny, Elvira y Urielso, salieron a impedir que se subiera en la vara de premios.
Ella tratando de subirse en la vara de premio, decía: dejénme que yo quiero participar de las fiestas de Otaré, con su vara de premios. Le dijo a Yesid su novio; si vos no me dejás subir por la vara, hasta hoy y hasta esta vara de premios, sos vos mi novio.
Él le dijo: mi vida, tú lo que estás es trastornada por la chicha. Ella en medio de sus golpes en el pecho le decía a Yesid: no te he perdonado, porque mi familia fue tragada por la tierra en la ciudad de Cúcuta, y tú no hiciste nada.
Yo le dije: los terremotos y los sismos no preguntan para proceder a destruir una ciudad o al mismo mundo, si fuese necesario.
Llegaron Margarita y Torcoroma, con el mismo mal de la amiga. Nos embarcamos en la camioneta, la estacionamos en la casa grande de los Quintero, les pedimos permiso para entrar, y les preparamos un carbón vegetal.
Le dimos a cada uno, una cucharada de carbón vegetal pulverizado, disuelta en medio vaso con agua, y aproximadamente a los quince minutos, ya comenzaron a reaccionar, recuperando la psíquica, y cuando volvieron en sí, preguntaban que dónde estaban, que qué había pasado, por qué estaban engrudadas de grasa.
Yo le dije a Yenny: estuviste muy enferma y en tu delirio quisiste montarte en la vara de premios de la plaza de Otare. Entonces Jhonny, le dijo: por ahora, cálmate, ya recibieron los primeros auxilios. Cuando el sol se ponga, todo esto, terminará. Y este será otro cuento para el Cacique de Otaré.
"Chicha con pan, me dieron, por tradición, y Ascensión Jiménez, también la tomaba"
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