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En este año del Bicentenario, la ciudad de Ocaña, despierta para contemplar las escenas de su historia que amanece con un cielo un poco nublado sobre el mundo que lo rodea. Aquí la poesía parece haber perdido su potencia, ya no se recita en las calles antiguas de su historia, ni se le canta a la mujer con libertad, sabiduría y confianza.
Porque se han dejado las costumbres de aquellas familias que amaban la sonrisa y los ojos de las personas con quienes compartían en tertulias familiares y sociales. Sin embargo, aún no se ha ido la influencia de la poesía y todo estudiante debe comprender que el temor debe perderse como el rastro en las aguas del algodonal de la experiencia viviente, que se debe practicar para poder mejorar y desarrollar esta cultura poética.
Una de las cosas es que los declamadores que eran el ejemplo en las calles de esta ciudad de encanto, de sabor y de sonrisa, fue perdiendo la sal de estos declamadores o artistas que lo hacían sin ningún qué dirán los demás.
Y esto hacía que la poesía fuera parte de las vivencias del día. Y que se escuchara no sólo en los centros educativos donde se promovía con ahínco. Sino que en cualquier parte de la ciudad era clásico escuchar una canción o tal vez un trozo de ella, o un literato hablando de esta cultura que es una de las lenguas más importante para el desarrollo de la cultura y el conocimiento universal.
La poesía tiene tantas maneras de llegar a nosotros y poseernos como la sabiduría que hay en cada flor, en cada pétalo, en cada pistilo, en cada hoja del árbol de barbatuscas, y en cada movimiento de los insectos que van y vienen por este mundo, donde la cultura de la poesía, muestra una nubosidad no definida.
No se siente la lluvia en la expresión que produce en pequeños y chicos, al escuchar la expresión ilustrativa y musical que tiene la poesía en sus diversas formas y medidas. En este bicentenario queremos compartirles desde esta ciudad, algunas experiencias que hemos vivido, donde la poesía ha tenido su espacio.
De igual manera cada estudiante no sólo en nuestra cultura del bicentenario, debe abrir las puertas a esta lengua universal, sino que también debe ejercitar para transmitir tan magno lenguaje. Cuando contemplo el cielo y unas nubes que están un poco divididas, pienso que estoy observando los períodos de tiempo donde se han dividido los promotores de la poesía, maestros y tutores.
Y a manera de libro de historia de la poesía, las nubes me siguen revelando más lo que sucede en el género humano, cuando cada pedazo de nube se va dilatando. Y se va convirtiendo lentamente en invisible.
Algo que ya no puedo ver y que no puedo leer sus letras, porque la ciencia de las páginas de su virtualidad, ya no me lo permiten. Ya se fue la música, ya se fueron aquellos poetas que enfatizaban en su canto y en su declamación, los colores tanto de la belleza hacaritama, como el atardecer de nuestras montañas que se resaltaban como se resalta la sonrisa del niño, la niña y de las jóvenes que tenían que reír porque esta música producía: risa y felicidad.
Que en este bicentenario, la cultura, las artes, el teatro, la literatura y la poesía, sean la música del año presente, donde hay lugar para ensayar, para perder el temor y entrar en el mundo social de su inspiración.
Los días de práctica nos llevarán a ser espontáneos, y entonces leeremos lo visible y lo invisible, y todo se podrá concebir para los sentidos del que oye a través de su lengua o cultura figurada.
Los invito a visitar este video que se titula: CARTA A GARCÍA - C C J G, de una duración de: 3: 32, cuyo enlace es: https://www.youtube.com/watch?v=-HdXoMQhvPU
"Poesía y literatura, hay en la lengua del sabio, y música y ritmo en su expresión"
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