Estando yo, ubicado en la Y de Otaré, se acercó una cucaracha pequeña, a las cuales popularmente las llamamos: "chinitas".
Se me acercó y me dijo que ella estaba desamparada, y que quería ir a la fiesta del 6 de enero, pero que le daba temor, porque había mucha gente en la fiesta, y de pronto podría morir inesperadamente.
Ante esta situación yo le dije: realmente ¿tú quieres ir a la fiesta?
Ante lo cual ella me respondió: claro que si, acaso ¿tú puedes llevarme? pues te voy a dar una idea: llévame en el bolsillo de tu camisa.
A mí me pareció hasta buena la idea de ir a la fiesta acompañado de esta chinita, aunque fuese dentro del bolsillo de mi camisa. Por lo tanto, le acepté esta propuesta, la eché dentro del bolsillo de mi camisa, y juntos nos fuimos para la fiesta.
Cuando llegamos, la gente muy animada, nos iba saludando, y yo le decía a la chinita, el nombre de cada uno, como por ejemplo, este es Pedro Pallares, este es Ramón Santana, o este es Oscar Pallares, y este es Don Oscar Lemus.
Disfrutamos de la música, el baile, y al fin se llegó la hora de ir a comer. Decidimos ir hacia la parte oriental del parque, donde había venta de comidas rápidas, y allí comimos y bebimos.
Luego de comer me dijo la chinita: ¿no vas a bailar conmigo?
Ante lo cual yo le respondí: claro, el hecho de que tú seas una cucaracha, no quiere decir que te vaya a despreciar. Lo que te pido es que seamos prudentes, pero si bailamos, vos y yo solos, nada más, la gente va a creer que algo extraño me está pasando.
Es mejor que consigamos una compañera de baile, para que lo disfrutemos los tres.
De esta manera bailamos y disfrutamos de la fiesta, y no desprecié la sabiduría y la inteligencia que hay en la chinita del bosque.
Moraleja: No desprecies ni a la chinita, ni a la cucaracha, ni a ningún insecto. Mucho menos, al ser humano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario