miércoles, 17 de junio de 2015

UN CORAZÓN PARA TODOS

Estando yo, ubicado en la Y de Otaré, se acercó una cucaracha pequeña, a las cuales popularmente las llamamos: "chinitas".

Se me acercó y me dijo que ella estaba desamparada, y que quería ir a la fiesta del 6 de enero, pero que le daba temor, porque había mucha gente en la fiesta, y de pronto podría morir inesperadamente.

Ante esta situación yo le dije: realmente ¿tú quieres ir a la fiesta?

Ante lo cual ella me respondió: claro que si, acaso ¿tú puedes llevarme? pues te voy a dar una idea: llévame en el bolsillo de tu camisa.

A mí me pareció hasta buena la idea de ir a la fiesta acompañado de esta chinita, aunque fuese dentro del bolsillo de mi camisa.  Por lo tanto, le acepté esta propuesta, la eché dentro del bolsillo de mi camisa, y juntos nos fuimos para la fiesta.

Cuando llegamos, la gente muy animada, nos iba saludando, y yo le decía a la chinita, el nombre de cada uno, como por ejemplo, este es Pedro Pallares, este es Ramón Santana, o este es Oscar Pallares, y este es Don Oscar Lemus.

Disfrutamos de la música, el baile, y al fin se llegó la hora de ir a comer.  Decidimos ir hacia la parte oriental del parque, donde había venta de comidas rápidas, y allí comimos y bebimos.

Luego de comer me dijo la chinita: ¿no vas a bailar conmigo?

Ante lo cual yo le respondí: claro, el hecho de que tú seas una cucaracha, no quiere decir que te vaya a despreciar.  Lo que te pido es que seamos prudentes, pero si bailamos, vos y yo solos, nada más, la gente va a creer que algo extraño me está pasando.

Es mejor que consigamos una compañera de baile, para que lo disfrutemos los tres.  

De esta manera bailamos y disfrutamos de la fiesta, y no desprecié la sabiduría y la inteligencia que hay en la chinita del bosque.

Moraleja: No desprecies ni a la chinita, ni a la cucaracha, ni a ningún insecto.   Mucho menos, al ser humano.

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