lunes, 19 de octubre de 2015

BANCO PENSANTE

Ayer tuve la oportunidad de hablar con un aborigen, que venía por la calle, con su familia, pidiendo limosna.  Una de las mujeres que venía con él, me mostró una Tarjeta de Autorización, expedida por la Alcaldía, para salir a pedir limosna.

Ante esto, en cierto tono burlón, yo le respondí, que no sabía leer, y a su vez, les pregunté, que quién de ellos, sabía leer.  Lo cual repetí en tres ocasiones, ya que no recibía ningún tipo de respuesta.  Al rato me contestó el aborigen en español: yo hablo español.

Entonces yo le pregunté: ¿ustedes qué hacen aquí en la ciudad? 

El aborigen me respondió: nosotros estamos aquí de paso.

Yo le respondí: he observado que la mayoría de aborígenes o indígenas que vienen de paso aquí a la ciudad de Ocaña, terminan quedándose aquí, siendo que a ustedes el Gobierno les ha asignado un territorio virgen para que vivan en él, y a su vez, les ha proporcionado algunas pequeñas ayudas, para que puedan realizar sus labores y mantenerse adecuadamente en ellas.  Por lo tanto, no entiendo, ¿por qué ustedes han decidido salirse de su jardín?.

Ante lo cual él me contestó: ¿cuál jardín?

Yo le respondí: el jardín, la tierra sagrada, la naturaleza donde haber agua, comida y donde trabajar. La ciudad no está creada para ustedes.  Ustedes tener un conocimiento valioso, sin tantas dependencias.

Entonces él me contestó: usted saber hablar la lengua de nosotros, hablar como un Cacique.

Yo le respondí: a ustedes yo siempre los he admirado de corazón y te lo digo, no con el fin de guardar recursos para el despilfarro, pero ustedes lo que necesitan no es dinero, sino un buen consejo. La ciudad para ustedes no es recomendable, así como ya te lo he insinuado, porque aquí tener que pagar por un vaso de agua, aquí no haber fauna para cazar y poder suplir la necesidad de carne ¿si me entendés? aquí en la ciudad no es como en el estado natural de donde ustedes vienen que pueden salir y arrancar un palo de yuca.

Estar ustedes reunidos con su familia, es algo estimulante para el espíritu, y eso de que ustedes le ceden el terreno a los pistoleros, me vas a perdonar hermano, pero esto es cobardía, y hasta podría ser mentira, quizás una excusa para venir aquí por cincuenta centavos.

Él me dijo: nunca haber hablado con una persona como usted.

Yo le dije: hermano, el hombre sufre porque desconoce sus raíces, desconoce los argumentos científicos de su propia cultura, como en tu caso.  Siendo tú una persona que tienes un conocimiento innato de la naturaleza, te comportas como una persona sin conocimiento.

Deben regresar a su jardín, trabajar y velar por esta familia que tenéis aquí desamparada y enseñarle con juicio: tu ciencia y tu cultura, no solamente a tu familia sino a los que te rodean.

Tu sencillez debe ser transmitida en tu hogar, donde quedará en las mentes de estos niños, la riqueza de tu sabiduría depositada en el banco pensante de la memoria de estos niños ¿Quién sabe leer?

"El pensamiento es un tesoro, donde el sabio dispone, cuando le es necesario"



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