El albastro es un ave que puede vivir hasta ochenta años, es uno de los viajeros más eficientes, gracias a sus alas de tres metros de envergadura, diseñadas para planear, con las que alcanza velocidades de noventa kilómetros por hora,
Esta ave marina tiene larga longevidad, y es un ave que es muy sencilla y de colores atrayentes. Es viajera por excelencia, y la mayor parte de su vida, se la pasa viajando.
Esta ave nos enseña a que viajemos y que conozcamos el mundo que es tan interesante, que no nos quedemos como otras aves que viven en un territorio que no les permite conocer otros mundos naturales.
El albastro viaja a noventa kilómetros por hora, nosotros podemos viajar a muchos más kilómetros a través de la tecnología que nos permite seguridad y camaradería al mismo tiempo, mientras viajamos.
El albastro nos despierta la lejana intuición que tenemos de ser libres en el viaje del conocimiento. De que algo de nuestro tiempo, se dedique a conocer otras culturas, otras lenguas, otras costumbres y otra manera de pensar.
De pronto esto es lo que hace el albastro, pero lo hace durante toda su vida. Conozco algunas aves aquí en mi cultura, pero ninguna de ellas exploran el mundo, como lo hace el albastro.
El albastro humano, es el que se motiva a alzar el vuelo para explorar las bellezas naturales, aquello que no conocen, y a su patria.
Este albastro se alimenta en aguas abiertas y puede recorrer enormes distancias en busca de alimento. En la noche descansa posado sobre la superficie del mar, y sólo toca tierra durante la época de reproducción.
Esta ave cuyo mayor tiempo lo vive en el espacio, sigue siendo de atracción para las investigaciones científicas, que observan al albastro como un ave que podría vivir en otro mundo.
Sólo que haya agua y alimento para que el albastro se levante de la superficie marina cada día, y cada tarde, descanse sobre estas aguas que contemplan su vuelo.
En el tiempo de reproducción es que este jet natural, aterriza en tierra, para procrear y multiplicar las aves de vuelo al natural. El albastro seguirá enseñándonos desde el cielo sideral y en cada estación, un momento para reposar y tomar fuerzas para su próximo destino que le permitirá explorar el mundo natural.
"Busca la sabiduría el hombre, dice Jehová, y no la halla, porque no tiene los ojos ni el vuelo del albastro"