Son las tres de la tarde, cuando los músicos empiezan a afinar sus instrumentos, en la Plaza 29 de mayo de la ciudad de Ocaña. El cielo nublado nos invita a una danza, que promete ser fresca y tonificante.
De pronto, me dio por acercarme al público que estaba allí, participando de una tarde recreativa y cultural. Observé entre la multitud y vi a Claudia, con quien ya estoy acostumbrado a bailar aquí en este lugar.
La tomé de la mano y la invité a bailar. En ese momento, las nubes empiezan a retirarse del cielo, y el sol comienza a calentar nuestros cuerpos, que se esparce en los movimientos y coreografía, con una mujer que responde a mis pasos.
Sudé totalmente mi ropa, y para disimular sacaba el pañuelo, y me secaba el rostro principalmente. Pero me daba cuenta que el pañuelo estaba inundado de sudor. De pronto lo torcí en mis manos y el suelo se mojó.
Mientras tanto, Claudia, se separa de mí y se pierde en la multitud. Transcurre el tiempo, cuando de pronto la veo junto a mí, con un vaso con agua fría, y me dijo: este es para ti. Yo le agradecí su generosidad y me seguí tomando el vaso con agua fría, lentamente.
Cuando termino de hacerlo, sigue sonando la música de cuerda, y ella me responde y seguimos hasta el atardecer de esta tarde de danza. De pronto volvió la nube y nos bendijo con unas gotas de agua, que nos fueron enfriando y refrigerando nuestros cuerpos, para finalizar la tarde.
Mientras tanto, la gente que nos rodeaba, se iba desapareciendo como por arte de magia. El baile es un ejercicio necesario, y más cuando va acompañado de una persona que nos responde a nuestros pasos, y asistiendo nuestra necesidad de salud, que es tan importante.
"El inteligente, practica la danza con señoras, jóvenes y señoritas, más el insensato, la prohíbe, porque no conoce la sabiduría, ni puede comprender la razón"