Una guara zurca los cielos del valle de los Hacaritamas, lo hace una y otra vez, mientras el sol calienta en el oriente. Lo que desconoce esta guara, es que este es el último paseo por el cielo de esta ciudad de los Caro.
Sin embargo, vuela desprevenida, contemplando de cerca las construcciones que la ingeniería de esta cultura, ha logrado diseñar, no solamente para gloria del hombre, sino también para orgullo de las aves del cielo que contemplan la ciudad serena y tranquila, cuya temperatura cambia en cada instante a la salida del sol.
En un momento de distracción, la guara se estrella con un cable de alta tensión, y allí instantáneamente, muere electrocutada. Esta guara en sus últimos momentos, exploró y analizó la ciudad, y pudo ver detenidamente por última vez, lo que es hoy la ciudad de Ocaña.
Podemos ver a un chulo en su último vuelo, que se cree seguro en una mañana de primavera, que no se preocupa por los obstáculos que pueden haber en ese cielo en el cual, él ha vivido tanto tiempo, sobre esta ciudad.
Podemos leer en este comportamiento de esta ave, que los vuelos bajos sobre la ciudad, para ella, significarían, la muerte instantánea.
Las cosas de baja trascendencia, son electrocutantes para el género humano. Con la vida hay que estar alerta, porque cualquier obstáculo, nos puede quitar la altura, y estrellarnos con la muerte. Aquí podríamos decir que los inteligentes que lean, entiendan.
"El hombre descuidado, perece, sin dar tiempo de auxilio; y como el chulo, muere electrocutado por su descuido. Dice la sabiduría"
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