viernes, 7 de abril de 2017

CENTINELAS INDISPENSABLES

Seguimos contando la tragedia, en la ciudad de Mocoa, en Colombia, cuyas magnitudes, no evaluaron, los organismos encargados de esta labor, ni su población.  La naturaleza tiene un principio que se basa en la sorpresa y la fuerza, para destruir su propia debilidad de todo lo que la rodea.

El hombre de Mocoa, no creyó en la amenaza de un ataque sorpresivo, por parte de ella.  No tuvo en cuenta, los atalayas de la ciencia, que anunciaron esta destrucción masiva de seres humanos y de corazones que los rescatistas lograron salvar de estas corrientes, que iban cargadas de piedra, madera, concreto y lodo, que fueron los elementos más mortales para esta ciudad, que en ningún momento creyó que los atalayas de la ciencia, estaban advirtiendo a esta cultura ciudadana de tales sucesos.

Hemos podido contemplar a través de los medios de comunicación, perros, cuyos amos o su familia, se los llevó la avalancha, y aún, entre las piedras, esperan que sus amos, se levanten de entre las ruinas, como en una resurrección de esperanza.

Ahí, han permanecido en esa espera que realmente no se va a dar.  Al descuidarse el hombre y no acatar aquello que lo rodea, precipita a su casa o a su ciudad, a un lugar donde los sobrevivientes trastornados por el caos, y sin esperanza de que sus seres queridos, se puedan encontrar, impacta la mente similar a la de los animales, y de esta manera, se produce otra catástrofe en la mente de los seres involucrados en este desastre.

Se está trabajando en la ciudad de Mocoa, en los albergues, en los asuntos de salud general, con todas las familias que han sido afectadas por esta destrucción, que sigue impactando en el mundo a través de las redes sociales.

Ante la falta de agua potable, se trajo tecnología, para tener agua disponible, en esta tragedia donde la sed de recuperación física, es uno de los puntos más importantes.

Ahora la ciudad se ha contaminado por sus muertos, y el caos, es más grande cuando sus animales, también participan de esta contaminación, al morir, sin esperanza. Sin embargo, los entes de conservación en Colombia, y algunos representantes de otros países, están ayudando a que los animales golpeados por la avalancha, se recuperen de esta crisis que impacta en la misma naturaleza.

Es posible que el mundo no crea en sus propios vaticinios, sin embargo, el epicentro, son los bienes que hacen que el hombre, se haga morir pegado a las paredes de su casa, creyendo que con esto va a lograr sobrevivir, y que él no va a perder sus bienes y en eso, muere con su familia y vecinos, quienes también  insisten en no perder sus ganancias, que con tanto esfuerzo, lograron conseguir.

Quiero compartir una cita del salmista David, en este momento, que a la letra dice así: "Si Jehová no edificare la casa, En vano trabajan los que la edifican; Si Jehová no guardare la ciudad, En vano vela la guardia"  (Salmo 127: 1) Versión Reina Valera 1960.

En realidad, muchas destrucciones habían venido a las ciudades, digamos así de las culturas del Antiguo Testamento, pero era precisamente, porque algunas personas o algunos pueblos eran extremistas y no creían en las predicciones de la ciencia, no creen que la ciencia tiene sus propios profetas, hablando en el lenguaje científico, y que los ángeles no eran los que cuidaban las ciudades.

El Rey David, al percatarse de estas cosas como la de Mocoa, insiste que en sus ciudades deben tener guardas o atalayas que son quienes informan de los inminentes peligros, que en aquel entonces, acechaban a las ciudades, y en este caso, ellos son nuestros ángeles, que nos advierten sobre los peligros del cosmos, así como en salud, en el conocimiento y tecnologías que proyectan la cultura de los ángeles humanos, en el cosmos.
F P

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