Después que he limpiado una parte de la parcela, ayer fui a cortar un racimo de plátano, que ha sido traído de semillas de la zona bananera, en Colombia, y es un poco diferente en cuanto a que es más delgado que el banano común, que tenía mi abuelo, en la finca en Otaré.
Al cortarlo, sucedió algo extraño, y es que al tocarlos o rozarlos con mi mano, se abría la cáscara del plátano. Esto trajo a mi mente, que hay tantos seres humanos que son muy delicados, y cualquier roce o sociabilidad, con esta clase de personas, explotan así como esta clase de guineos.
Mientras, noté que después que corté el racimo, y lo traje a la casa, lo cual fue un tiempo pequeño, pero suficiente, se rajaron de uno en uno. La verdad es que en el ser humano, ocurre la misma situación, en poco tiempo, los amigos, se van abriendo, y es increíble cómo el racimo sujetado por mi mano derecha, se rajaba de esa manera, cuyo suceso, me sorprendió.
Las lecciones en la naturaleza sobre los comportamientos negativos del ser humano, que se abren, por sí solos, como en el caso del guineo, nos ponen a pensar que así mismo es la familia de la tierra, de nuestro jardín.
Pero al igual que el guineo reventoso, mientras que está creciendo la mata, y pare el fruto, todo es normal. Cuando se le está haciendo el asistimiento, en la parcela, fincas o zonas bananeras, de la familia humana, se ve todo normal, y es algo que ningún mayordomo o dueño de finca, se percata de lo que va a suceder, el día en que ese racimo se vaya a cortar.
Para mí esto fue un fenómeno sorprendente, porque yo he sido un hombre que viví mucho tiempo en el área de la agricultura, y nunca había cortado un racimo donde fuesen tan explosivos, los plátanos individualmente, como en este caso.
Esa es la humanidad, donde la naturaleza nos enfatiza lo que somos, igualmente de desagradecidos con los demás seres que han trabajado y han dado su vida en investigaciones y estudios, ya sea en el área de la medicina, la tecnología, que nos facilita hoy en día, ser una cultura científica, y muchas ciencias más.
Sin embargo, las divisiones o polarizaciones, profesan así como el racimo, un color muy definido y natural, y de aparente fortaleza, en cada uno de los plátanos del racimo humano.
Pero en realidad, están es activados para explotar y mostrar el egoísmo que divide a las culturas en el jardín, que son un plátano que se raja y que hay que proceder en las próximas horas a cocinarlo para que sea alimento, no solamente para la familia del jardín, sino también para los animales domésticos, y aves del cielo, teniendo en cuenta el principio de un gran Filósofo, que dijo, que aquí nada se destruye, sino que todo se transforma.
La naturaleza nos sigue ilustrando la amistad, la sociedad, la hermandad que siempre ha mantenido la misma ideología del plátano, vestida con un vestido muy atrayente, y de un color general, en la naturaleza, que es el verde.
A los demás plátanos del racimo, no les sucedió el mismo caso y pude interpretar la división que viene del mismo vástago, donde el alimento nos divide, y las familias que se alimentan con la ideología de abrirse, de aparentar como estos plátanos, fomentan un teatro, donde al rajarse apresuradamente, se pierden, y por lo tanto hay que tirarlos bien sea a la misma naturaleza, o llevarlos para que se conviertan en abono natural para las hortalizas, conforme sea la necesidad del momento, es el destino de todo plátano que explota al roce de la unidad social global, que deja mucho que pensar en los ámbitos culturales, filosóficos y poéticos de nuestro cosmos pensante.
Y a las familias que buscan razón y conocimiento, para que su unidad no sea simplemente un racimo de plátano, que en el corte de nuestra cultura humana, aparenta una solución a la hambruna del saber, y espíritu de unidad de nuestro jardín global.
"Semejante al racimo de plátano en el jardín global que explota, plátano por plátano, es la familia que no tiene el aceite de las ciencias pensantes"
F P C
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