viernes, 14 de agosto de 2015

EL TARQUÍN DORADO

El tarquín dorado es una especie de venado que sube hasta la montaña para aparearse.  Este es un comportamiento que suena muy interesante.  ¿Por qué este venado sube a la montaña?  Porque cree que las alturas son propicias para este ritual, y el panorama que ofrece la montaña es más atractivo que el de la llanura.

Hay algunos seres humanos que creen que las alturas son propicias para vivir en ese lugar que ofrece una excelente vista panorámica, ya sea hacia el río o hacia la llanura.

Y es muy cierto, estar viviendo en un filo ya que es bastante atractivo, no solamente por la vista panorámica que desde allí se puede apreciar, sino también por el clima fresco que provee la naturaleza para poder sentirse relajado en medio de ella.

El tarquín dorado tiene su creencia que de allá en la montaña, es de donde procede su descendencia o su generación.

Lo mismo que el Rey David quien decía: "Alzaré mis ojos  a los montes; ¿De dónde vendrá mi socorro? (Salmo 121: 1) 

Tenía las mismas ideas que el tarquín dorado, en que su refugio provenía del monte.  Y analizando este proverbio vemos que es certero, porque en los montes está el bálsamo, está la tranquilidad, está la paz.

De lógico que hoy en día hay que ser prudentes al caminar por los bosques en el mundo, debido a las minas quiebra patas que atrevidamente algunos desatinados se atreven a sembrar en ellos. Sin embargo los montes son muy lindos y su oxígeno nos tonifica.  

El tarquín dorado por naturaleza es agresivo, ya que busca la pelea con su familia, y tal vez por su estrés, es que realmente busca las alturas.  

Son criaturas formidables, por lo cual fueron motivo de inspiración en las historias y leyendas mitológicas, como en el caso de Jasón y los Argonautas, que fueron a cazar el vellocino de oro, nombre con el cual se le conocía en la antigua Grecia.  

Eran muy apetecidos por su maravilloso color de piel y su bella e imponente presencia.  Tal vez el vellocino de oro, por su bella presencia y porte nos traslade a ver su descendencia a la montaña, y podamos entender que quiere vivir fresco y tranquilo en ella.

Lo mismo que el Rey David, que pensaba que Dios estaba en las alturas y no veía la presencia de su sabiduría en la naturaleza que lo rodeaba. 

Tal vez el tarquín dorado no deseaba la montaña, sino que iba a ella, así el hombre debe ir a las alturas de su propia razón, y de allí vendrá su alianza con la conciencia, donde la Filosofía se conjugue con la humanidad y alcancemos finalmente las alturas o los montes del globo terráqueo.

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