viernes, 4 de agosto de 2017

LA GALERÍA DEL AMANECER

En la escuela del jardín, hay un mundo de lecciones ocultas, de las cuales cada ciudadano del jardín, quisiera comprender tan solo una.  Pero en mi niñez, yo seguí recogiendo y guardando las imágenes que correspondían a la cultura de mis abuelos.

Donde el conocimiento está en continuo movimiento delante de los ojos del niño, del adolescente y del adulto, que aunque en realidad no sabe que ven sus ojos, o no puede ver que hay más allá de un amanecer, cuando la luz en el oriente del sol, se levanta y un poco apresurada, empieza su día, enseñándonos a través de los cambios que le hace producir las nubes a los rayos del sol, mientras se interponen, podríamos decir que hay tiempo para una reflexión, cuyos principios muestran siempre, obras de arte.

Y esto lo podía apreciar este servidor, tal vez a la edad de diez años.  Me era más llamativo o interesante, porque en la finca El Sitio, en El Silencio, nuestra casa estaba a unos pocos metros del río.

Y esto hace que el sol salga a mostrar sus cuadros, a la montaña, y no a este servidor, que no está en una plataforma natural que le permita contemplar las obras de arte, y otro tipo de obras donde solía leer sus diseños desde el patio de la casa de mis abuelos: Ascención Jiménez y Juana de Dios Ascanio.

Era para mí agradable, observar atentamente el desenlace, algunas veces de esa biblioteca que en cada instante se iba transformando por las sombras y la luz, dejando tras de sí este teatro pleno de obras literarias.

Es decir que a mi abuelo, en ningún momento se le pudo revelar estas cosas, debido a que él, por su laboriosidad, no se percataba en dichos mensajes que su nieto, estaba recibiendo con frecuencia.

Cuando llegaba este servidor le era de mucha alegría, no solamente por la presencia, sino por la inteligencia para ejecutar la armónica y llegar con una música de farándula que a él y toda su casa, les agradaba de manera que terminábamos en baile.

Pero aquí hay una cosa más todavía, para compartir, y es que siendo un niño empírico, preciso, para ese despertar de la luz, donde levantaba sus cuadros y los exponía en cada rayo del sol de tal manera que yo podía leer algunas partes de sus mensajes.

Empezando porque los cuadros me mostraban y me enseñaban tamaños y volúmenes diferentes, donde en la galería del amanecer me la pasaba, sin que mi abuelo, se diera cuenta de este misterioso comportamiento en el patio de su casa.

Aunque él me podía ver entre unas sombras débiles, nunca se dio cuenta de que para mí, el amanecer y la aurora me traían un mensaje que yo me acostumbré a leer.  Y todo esto se fue adentrando en mí, como los rayos del sol, de una manera muy tierna y suave que llegan directos al mundo de mis neuronas.

Podríamos decir que la luz que comienza con esa suavidad, me está hablando y las neuronas están quietas cada vez que viene de un sol artístico, y puede ilustrar su luz a través de algunas neblinas, que siempre estaban allí para convertirse virtualmente en un asunto atrayente e interesante donde yo empiezo a entender lo que es una biblioteca.

De esta forma, pude razonar que la aurora ofrece una gama de enseñanzas, para todo tipo de hombre o familia en la tierra.

Al alimentarme de estos óleos al amanecer, iban produciendo en mí, más sabiduría y más creatividad, para el diario vivir de mi niñez.  Sin embargo, los demás niños, dormían, mientras yo estaba leyendo en la biblioteca del Creador, que se abre al alba.

"El niño inteligente, viene de sus padres, más la sabiduría, le revelará la cultura, la ciencia y el arte"
F P

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