La armónica, la aprendí a tocar desde los ocho años de edad, pero no fue nada fácil, aprender este arte. Resulta que en la familia, mi abuelo Ascensión Jiménez, la tocaba, y también sabía interpretar el tiple.
Yo de esto nada sabía. Sin embargo, un niño de unos once años, me sonó por primera vez una armónica, llegando al colegio de El Silencio, en Otaré. Recuerdo que su nombre era: Roque. Y me dijo que me costaba veinte pesos. Yo le dije: que después hablaríamos, porque yo no tenía los veinte pesos, y para mí en ese momento, los veinte pesos, prácticamente eran dos días de trabajo, en el campo.
Luego que ahorro para este proyecto, le compré la armónica. Como no tenía experiencia, fallé en un punto, y es que la armónica, era pequeña, y ese error me llevó no sólo a comprar tal vez, unas quince armónicas, y las perdía cuando salíamos al recreo con los demás niños de la vereda.
Luego que me cansé, y llegué a pensar por un momento que yo no había nacido para interpretar este hermoso instrumento, un día, llegué a la parte más alta de la montaña, donde la familia Pacheco. Quienes eran muy amigos de mis padres.
Después de saludarlos, observé en una pared baja que tenían una armónica desarmada y prácticamente desechada. Como he sido un hombre prudente, recuerdo haberle preguntado a Ismael Pacheco, quien era compañero de estudios, que qué pasaba con esa armónica.
Él me contestó, que ya eso no servía para nada. A mí me llamó la atención esa armónica, sin latas, y le dije que si me la regalaba. Él me dijo sin dudar que si. Fue poca mi visita después de este regalo y simplemente cuando eran las seis de la tarde, que llegué a mi casa, ya estaba interpretando: música, como por ejemplo: La pollera colorá.
Allí comienzo a comprender que para uno aprender a ejecutar una armónica de las marcas que existen hoy en el comercio global, se necesita que sea de altura, para lograr que al aprendiz le sea más fácil entrar en el mundo de las armónicas del globo.
Y entender que este instrumento no ha pasado de moda, ni pasará mientras exista, el hombre perseverante, que insiste en perfeccionar su ejecución musical. 😅
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